El arqueólogo Dean R. Snow, de la Universidad Estatal de Pennsylvania, analizó las plantillas de manos manos encontradas en ocho cuevas situadas en Francia y España. Mediante la comparación de las longitudes relativas de ciertos dedos, Snow determinó que tres cuartas partes de las huellas de manos eran del sexo femenino.
"Ha habido un sesgo masculino en la literatura sobre prehistória desde hace mucho tiempo", dijo Snow, cuya investigación fue apoyada por el Comité de la National Geographic Society para la investigación y exploración. "La gente ha hecho un montón de suposiciones injustificadas sobre quiénes hicieron estas cosas, y por qué".
Los arqueólogos han descubierto cientos de plantillas de manos en las paredes de las cuevas a través de todo el mundo. Debido a que muchas de estas primeras pinturas también muestran animales de caza -bisontes, renos, caballos, mamuts lanudos, etc.- muchos investigadores han propuesto que fueron hechas por hombres cazadores, tal vez para describir a sus presas o como una especie de "magia de caza" tendente a aumentar el éxito de una próxima cacería. El nuevo estudio sugiere lo contrario.
Diferencias de sexo
El estudio de Snow comenzó hace más de una década, cuando se encontró con la obra de John Manning, un biólogo británico que había encontrado que los hombres y las mujeres difieren en la longitud relativa de los dedos: las mujeres tienden a tener los dedos anular e índice aproximadamente de la misma longitud, mientras que en los hombres el dedo anular tiende a ser más largo que el dedo índice.
Un día, después de leer acerca de los estudios de Manning, Snow sacó de su estantería un viejo libro de 40 años de antigüedad sobre pinturas rupestres. El reverso de la portada del libro muestra una plantilla de mano colorida de la famosa cueva de Pech Merle, en el sur de Francia. "Miré esa cosa y pensé, hombre, si Manning sabe de lo que está hablando, entonces esto es casi seguro una mano femenina", recuerda Snow.
Las plantillas y huellas de manos han sido encontradas en cuevas de Argentina, África, Borneo y Australia, pero los ejemplos más famosos tienen de 12.000 a 40.000 años de antigüedad y están en el sur de Francia y norte de España.
Para el nuevo estudio, Snow examinó cientos de plantillas en cuevas de Europa, pero la mayoría eran demasiado débiles o con manchas para ser utilizadas en el análisis. El estudio incluye mediciones de 32 plantillas, incluyendo 16 de la cueva de El Castillo, en España, 6 de la cueva de Gargas, en Francia, y 5 de Pech Merle.
Snow manejó las mediciones a través de un algoritmo que él había creado sobre la base de un conjunto referido a manos de gente descendiente de Europeos que vivían cerca de su universidad. Al usar varias mediciones -tales como la longitud de los dedos, la longitud de la mano, la relación entre dedo anular y el dedo índice, y la relación del dedo índice respecto al dedo meñique- el algoritmo podría predecir si una huella de mano dada era de hombre o mujer. Sin embargo, debido a que existe una gran cantidad de solapamiento entre huellas de hombres y mujeres, el algoritmo no fue especialmente preciso: el mismo predice el sexo de las muestras modernas de Snow con cerca del 60 por ciento de exactitud.
Por suerte para Snow, ello no fue un problema para el análisis de las huellas de manos prehistóricas. Al final resultó que, para su sorpresa, las manos de las cuevas tenían mucho más dimorfismo sexual que las manos modernas, lo que significaba que había un escaso solapamiento en las distintas medidas de las manos.
"Ellas (las manos) se sitúan en los extremos, e incluso más allá de los extremos", dijo Snow. "Hace veinte mil años, los hombres eran hombres y las mujeres eran mujeres".
¿Mujeres, niños, chamanes?
El análisis de Snow determinó que 24 de las 32 manos -el 75 por ciento-, eran de mujeres.
Algunos expertos se muestran escépticos. Hace varios años, el biólogo evolucionista R. Dale Guthrie realizó un análisis similar de huellas de manos paleolíticas. Su trabajo, basado principalmente en las diferencias del ancho de la palma de la mano y el pulgar, encontró que la gran mayoría de las huellas de manos provenía de adolescentes varones.
Para los adultos, las cuevas habrían sido peligrosas y poco interesantes, pero los muchachos las habrían explorado por afán de aventura, dice Guthrie, profesor emérito de la Universidad de Alaska, en Fairbanks. "Ellos dibujaron lo que estaba en su mente, que era principalmente dos cosas: mujeres desnudas y grandes y aterradores mamíferos".
Otros investigadores están más convencidos con los nuevos datos.
"Creo que el estudio es una contribución destacada", dijo el arqueólogo Dave Whitley, de ASM Afiliados, una firma de consultoría arqueológica en Tehachapi, California. A pesar de que las huellas de manos han sido discutidas durante media década, "esta es la primera vez que alguien ha sintetizado un buen conjunto de pruebas".
Whitley rechaza la idea de Guthrie de que este arte fuera hecho por razones puramente prácticas relacionadas con la caza. Su opinión es que la mayor parte del arte fue hecho por chamanes, los cuales entraban en trance para intentar conectar con el mundo espiritual. "Si usted entra en una de estas cuevas solo, comienza a sufrir una privación sensorial muy, muy rápidamente, en 5 a 10 minutos", dijo Whitley. "Ello le puede llevar a un estado de conciencia alterado".
El nuevo estudio no descarta la teoría del chamán, añadió Whitley, ya que en algunas sociedades de cazadores-recolectores los chamanes son mujeres o transexuales (transgénero)
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