sábado, 25 de marzo de 2017

Creemos haber encontrado una estrada a la mítica tierra de Hiperbórea


La búsqueda de la mítica tierra de Hiperbórea podría estar relacionada con un gran descubrimiento realizado por investigadores, quienes encontraron los restos notables de un antiguo observatorio y unas tallas inusuales en la pared de una montaña en el noroeste de Rusia.

Un antiguo observatorio y la talla en roca de un gigante cerca de las orillas del lago Seydozera, que significa “lago sagrado” en la lengua de los indígenas Sami, se cree que son claros indicios que apuntan hacia la tierra olvidada de Hiperbórea – una tierra sagrada similar a las míticas Shambala y Atlantis.

Kuiva the Giant (Kuiva el Gigante). Se trata de una silueta colosal incrustada en el acantilado de la montaña Kuivchorr que vigila el lago sagrado, y también es de suponer que guarda la entrada secreta a la legendaria ciudad. De acuerdo con las creencias locales, 'Kuiva the Giant' era un viejo mago que una vez luchó contra los sami. Tenía su propio asistente y se enfrentó al gigante con valentía, pero sin éxito. Cuando la batalla parecía estar perdida, la gente de Sami invocó la ayuda de los dioses en un último y desesperado intento. Los dioses respondieron, y enviaron los rayos de fuego hacia el gigante que chocó contra la montaña y se incineró.

La huella del cuerpo del gigante caído es visible aún hoy en día en la roca Angvundaschorr, el pico más alto de la tundra Lovozerskaya. Una curiosa observación es que las piezas de la roca donde el gigante encontró su final se están desmoronando, pero la huella del gigante permanece intacta. ¿Es posible que esto se destaque como un marcador que conduce a una entrada secreta a Hiperbórea?

Según los mitos, esta extraña marca en la pared de roca fue dejada allí cuando los dioses enviaron unos rayos para incinerar a un gigante. A pesar del paso del tiempo las marcas no han desaparecido.


En caso de que no haya oído hablar de los hiperbóreos, se dice que ellos eran un grupo de personas míticas descritas en la mitología griega que habitaban “más allá del Viento del Norte”, en una tierra supuestamente utópica, donde el sol brillaba las veinticuatro horas del día, que según conocimiento actual podría estar en algún lugar dentro del círculo polar ártico. Otros analistas sugieren que la tierra de Hiperobórea no es un lugar definido, ya que, según el poeta griego clásico Píndaro, "ni por barco ni a pie se podía encontrar el camino maravilloso de los hiperbóreos." Esto también podría significar que este mítico lugar estaba bien escondido, y el que intentó encontrarlo solo halló un callejón sin salida, a menos que alguien supiera acerca de la entrada secreta y cómo atravesarla.

Otros relatos griegos se refieren a los hiperbóreos como personas que poseían conocimiento sagrado, porque ellos tenían una estrecha relación con los dioses. Se dice que el mismo Apolo descendió del cielo para visitar esta antigua cultura.

En apoyo a la teoría anterior, Valentina Sharipova, directora de Hiperbórea, que es una organización de investigación de la ciudad-puerto de Murmansk, ha afirmado que los orígenes del nombre “Kola” están relacionados con el nombre del Dios Sol Eslavo, Kolyada, que podría también ser una personificación de Apolo. Otro aspecto interesante es la traducción del nombre “Hiperbórea”, que en griego significa "más allá del viento del norte". Resumiendo esto, el equipo ruso de investigadores creen que están cerca de encontrar esta cultura olvidada por largo tiempo.

"Recientemente se encontraron restos de un observatorio: piedras con huecos, los cuales fueron dirigidos hacia la estrella polar", declaró Sharipova. "Muchas rocas tienen inscripciones o runas talladas en ellas."

Otros aspectos enigmáticos de la historia implican el descubrimiento realizado a principios del siglo 20 de una entrada subterránea cerca de las orillas del lago Seydozero. El explorador Alexander Barchenko que encontró la grieta, más tarde murió de un disparo y su descubrimiento fue encubierto por las élites dirigentes de la comunidad científica, tal como lo informó RBTH.

Afortunadamente, el trabajo de Barchenko ha sido reanudado a través de la organización Cosmopoisk. Sus miembros ya han descubierto varias cuevas y grietas, pero ninguno de ellas resultó ser de alguna importancia aún.

"Vamos a tener una respuesta a este misterio sólo después de que encontremos todas las cuevas", dijo Vadim Chenobrov, director del grupo de investigación e investigador de fenómenos inexplicables. "Estoy preparado para cualquier cosa que nos encontramos. Con respecto a las ciudades antiguas, creo que si encontramos algunas estructuras, van a estar bajo tierra o bajo el agua. Espero que algunas de estas leyendas sean verdaderas".

Es probable que Hiperbórea sea más que un mito; desde hace mucho tiempo existen referencias detalladas que provienen de Herodoto, "Historias", escritas aproximadamente en 450 AC. En su libro, el historiador griego también menciona otras tres fuentes que hablaban de Hiperbórea, entre los que menciona a Hesíodo y Homero, renombrados poetas y pensadores de la antigua Grecia.

Entonces, ¿es posible que Hiperbórea sea algo más que un mito? Si es así, sería sólo cuestión de tiempo descubrirla.


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viernes, 10 de marzo de 2017

Confirman que dos cráneos encontrados en China pertenecen a una enigmática especie humana

Entrada a la cueva de Denísova, lugar donde fueron encontrados los primeros restos de 'denisovanos'.

Una nueva investigación concluye que dos cráneos encontrados en China en 2007 pertenecen a 'hombres de Denísova', una especie de homínidos de la que apenas se sabe nada.

Un grupo de arqueólogos halló en 2007 fragmentos de dos cráneos humanos de hace 105.000–125.000 años en el yacimiento paleolítico de Linjing, ubicado cerca de la ciudad china de Xucháng.

Tras someter los restos a varios análisis, un equipo de científicos ha revelado ahora que los restos pertenecen, probablemente, a 'denisovanos', una enigmática especie humana de la que no se sabe casi nada. La investigación fue publicada el pasado 3 de marzo en la revista 'Science'.

Los denisovanos, también conocidos como 'hombres de Denísova', son una especie aún bastante misteriosa para la ciencia. Se sabe que vivieron en Siberia y que, probablemente, proceden de una separación de la rama del árbol genético de la especie humana que dio origen a los neandertales, hecho que sucedió hace 300.000 años.

Los denisovanos deben su nombre a la cueva de Denísova, situada en las Montañas de Altai, en Siberia, lugar donde fueron encontrados los restos y que pudiera servir como refugio a estos homínidos.

En una ocasión anterior, un equipo de científicos ya demostró que el ADN del hueso de un dedo de hace 50.000 años encontrado en aquella cueva contenía una secuencia genética inusual, por lo que concluyeron que se trataba de una forma de humanos antiguos no descritos hasta la fecha.


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Descubren una colosal estatua del faraón Ramsés II en Egipto


Un grupo de arqueólogos alemanes y egipcios ha descubierto este jueves bajo el lodo de un suburbio de El Cairo dos estatuas de faraones de gran tamaño de aproximadamente 3.000 años de antigüedad.

El Ministerio de Antigüedades egipcio lo ha descrito como uno de los mayores hallazgos de la historia, informa la agencia Reuters.

Los investigadores creen que una de las estatuas representa a Ramsés II (apodado 'El Grande'), uno de los faraones egipcios más importantes, que gobernó el país entre 1279 a. C. y 1213 a. C.


De momento, han podido recuperar el busto y varios fragmentos de la cabeza de la estatua, que mide 8 metros de altura y está hecha de cuarcita.

El descubrimiento se produjo cerca del sitio de excavación del templo de Ramsés II, que se encontraba en el antiguo centro religioso y astronómico de Heliópolis, situado actualmente en uno de los suburbios de la capital del país. En su momento, el templo fue uno de los más grandes del Antiguo Egipto .

La segunda estatua es de caliza y representa al nieto de Ramsés II, el faraón Seti II, que gobernó entre 1200 a. C. y 1194 a. C.

Los arqueólogos continúan buscando más fragmentos de las estatuas, a las que someterán a un proceso de restauración antes de exponerlas.





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jueves, 9 de marzo de 2017

Consiguen crear por primera vez cristales en “cuatro dimensiones”


El hallazgo podría aplicarse para mejorar sistemas de almacenamiento o transferencia de información en ordenadores cuánticos. "Esto abre la puerta a un nuevo mundo de fases de no equilibrio", afirman los investigadores

En el año 2012, el físico y laureado Nobel del MIT Frank Wilczek especulaba con la posibilidad de crear cristales del tiempo, cuya estructura interna se repitiese en cuatro dimensiones. En un cristal típico, los átomos o moléculas están dispuestos en patrones que se repiten de forma regular en el espacio tridimensional, de manera similar a un enrejado.

El físico pensó que sería posible crear una estructura como la del cristal en el tiempo, lo que en términos de relatividad sería la cuarta dimensión. En lugar de repetir periódicamente filas de átomos, un cristal temporal presentaría un movimiento repetitivo.

Obviamente, muchos físicos se mostraron escépticos, argumentando que un cristal de tiempo cuyos átomos podrían circular para siempre, y sin necesidad de energía adicional, equivaldría a una máquina de movimiento perpetuo, algo prohibido por las leyes de la física.

Así crearon los cristales del tiempo

Un equipo de Berkeley ha logrado crear cristales en el tiempo, publicando un método que otros dos equipos ya han seguido con éxito. Para conseguir un cristal de este tipo, se necesitó de una fuerza externa (como un pulso láser), capaz de invertir el giro magnético de un ion del cristal, que a su vez, invierte el giro del siguiente, y así sucesivamente. Esto hace que el sistema establezca un patrón que se repite en un movimiento que no para.

Evidentemente, hay varios factores a tener en cuenta, como que tras el primer giro, el sistema se debe cerrar, de manera que sea imposible que pierda energía con el medio exterior. Por otra parte, este fenómeno necesita muchas partículas y muchas interactuaciones para que se sincronice todo de forma colectiva, algo que no es precisamente sencillo.

Con todo esto, los cristales temporales son más que una extraña curiosidad: representan la forma más simple de un nuevo estado de materia que los físicos sólo han comenzado a explorar, pero que podrían tener implicaciones enormes para construir qubits estables en la computación cuántica.

Los resultados de sus investigaciones acaban de ser publicados en el último número de la revista Nature.