Uno de los elementos que caracterizan y dan colorido a la celebración del Día de Muertos en el país, son las flores, como por ejemplo el cempasúchil, la nube y el terciopelo.
Estas plantas solían ser abundantes en la región central del país desde épocas prehispánicas, se han colocado en las ofrendas de varias generaciones de mexicanos.
Sus pétalos y colores son especialmente distintivos del culto a los muertos en el país. La flor de muertos por excelencia, se sabe, es el cempasúchil, con nombre científico: 'Tagetes erecta', pero con denominación popular que viene de la palabra en náhuatl 'cempohualxochitl', que podría traducirse como: 'veinte flores' o 'de los cuatrocientos pétalos'.
El color amarillo que presenta evoca al Sol, que en la tradición azteca, se dice, guiaba las almas de los difuntos.
Así, los pétalos de esta flor solían usarse para formar un camino desde la puerta de la casa hasta el altar de muertos, para que los espíritus de los seres queridos lo pudieran encontrar.
Ya en el altar, los pétalos también se distribuyen y la combinación de los pétalos amarillos y naranjas, realizan una decoración característica de estas fechas.
Cabe mencionar que los antepasados, conocedores de la herbolaria, también utilizaban el cempasúchil de forma medicinal, para aliviar cólicos y combatir parásitos intestinales.
Además de que puede emplearse también, como abono orgánico que combate las plagas de otros cultivos, especialmente la que ataca al tomate.
Lo que respecta a la flor 'Gypsophila murales', nombre científico de la mejor conocida 'nube', cuyo color blanco en la ofrenda simboliza la pureza, suele ser utilizada desde hace siglos en diversos arreglos como flor secundaria.
Esta planta también existe en color rosa y suele durar hasta un mes después de su recolección. A nivel industrial, se aprovecha para elaborar detergentes y expectorantes.
Mientras que 'el terciopelo', con nombre científico: 'celosa cristata', se usa con fines astringentes, antibacteriales y depurativos, así como para el tratamiento de enfermedades de la piel, diarrea, fiebre y dolores de cabeza.
Esta es otra de las flores características de las festividades en honor a los difuntos en México. Se dice que tiene su origen en Asia pero, sus tonos blancos y rojizos ya se han adoptado en el país desde hace mucho tiempo atrás para adornar en esta época del año.
Las flores mencionadas anteriormente son las más comunes en una ofrenda de muertos, pero cabe señalar que, en distintas partes del país también se acostumbra poner otras, como por ejemplo al crisantemo, el clavel y las rosas.
A través de la historia, se sabe que en Mesoamérica hay gran aprecio por las flores desde siglos antes de la llegada de los españoles. Para las culturas de este territorio, la belleza de las flores, el jade y las plumas de quetzal era tan grande como la del oro.
Los aztecas acostumbraban emplear chinampas para cultivar y comerciar flores, método que aún en nuestros días puede observarse en lugares como Xochimilco, donde generaciones enteras se han dedicado a la floricultura.
Las flores son un elemento fundamental de las costumbres con las que se conmemora el Día de Muertos.
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