El hallazgo de un complejo sistema de canales bajo la cámara mortuoria del señor Pakal II, en el Templo de las Inscripciones de Palenque, el edificio más importante de esa zona arqueológica mexicana, cambia la teoría original sobre la construcción de esa pirámide, aseguró el arqueólogo Arnoldo González Cruz.
Entre el ajuar con que fue ataviado Pakal "El Grande" al llegar su muerte hace mil 333 años, se encontraba un par de orejeras con un grabado que indicaba que, para ser recibido por el dios del inframundo, el difunto debía sumergirse en el agua del dios Chaac.
El director del proyecto arqueológico, Arnoldo González Cruz, comentó que con el reciente hallazgo de un sistema de canales en el subsuelo, el mismo que corre bajo la cámara funeraria del rey Pakal II, esta metáfora podría tener una interpretación mucho más compleja y dar nuevos datos sobre la construcción y el uso de esa gran pirámide.
El investigador explica que la compleja red de canales construida en el siglo VII d. C. "está dispuesta en diferentes niveles y orientaciones y debió de ser diseñada mucho antes de que se proyectara la misma pirámide". "El hecho de la presencia de esos canales es bastante importante y bastante significativo", dijo González Cruz.
El hallazgo del sistema hidráulico es tan importante que replantea la teoría original sobre la construcción de la pirámide. La teoría original propuesta por el arqueólogo Alberto Ruz Lhullier, dice que la cámara funeraria del rey Pakal II es el punto de partida de los nueve cuerpos que constituyen el Templo de las Inscripciones. Sin embargo, la nueva evidencia indica que el centro pudo estar marcado por la existencia de un manantial.
K'nich Janaab' Pakal fue el sabio que proyectó este plan arquitectónico, y fue durante su reinado (615-683 d.C.) cuando comenzó la construcción del Templo de las Inscripciones, una edificación funeraria que concluyó su primogénito, K'nich Kan B'ahlam, en el lapso que duró en el trono de Lakamha' ("Lugar de las Grandes Aguas"), nombre original de la ciudad maya, entre los años 683 y 702.
Para Arnoldo González, estos hallazgos generan más preguntas que respuestas porque así es toda investigación arqueológica, lo cual le emociona sobremanera. "Por ello espero continuar la exploración con medios tecnológicos, como el georradar, que confirmen la existencia de éstos o inclusive más canales y conocer mejor su origen y configuración".
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