
Varios exploradores informaron que encontraron nativos de altura extraordinaria
en América en los siglos 15 y 16. Más tarde, los primeros colonos en
Suramérica, América Central y América del Norte notificaron que habian
encontrado esqueletos de hombres muy altos en enormes montículos funerarios.
Estos informes fueron registrados en las historias de travesías y en la
literatura científica de la época. Aquí contaremos en brevemente algunos de esos
informes.
Los Nativos inusuales,
explorador Sebald de Weert:
Durante el tiempo De Weerts en el
Estrecho de Magallanes hubo algunos acontecimientos dignos de mención
antropológica que se asocian con él. Un ejemplo de ello es la afirmacinón de De Weert y la
tripulación de haber visto a miembros de una raza de gigantes en esas
tierras. De Weert describe un incidente en particular, cuando estaba con sus
hombres en botes de remo en una isla en el Estrecho de Magallanes, el holandés
dijo haber visto botes que se aproximaban y que
estaban llenos de gigantes desnudos, y supuestamente
tenían cabello largo y piel de color marrón rojizo. El holandés afirmo que
habia disparado y matado a tres de los gigantes antes de que los
gigantes finalmente se retiraran a la orilla. En la costa los gigantes eran al
parecer capaces de arrancar árboles de la tierra para protegerse del fuego de
fusil y esperaron con lanzas y piedras para poder atacar a los intrusos
holandeses. Con temor a los gigantes, los holandeses no se atrevieron a pisar
tierra.
Las afirmaciones de Weerts sobre los avistamientos de gigantes
no eran del todo inusual para esta región de Magallanes, ya que también se habia
registrado uno por primera vez en 1520, en el estrecho de San Julián.
También se afirmó que el propio Magallanes capturó a dos gigantes masculinos
como especímenes para llevarlos a Europa, pero los gigantes murieron en el
camino. Estas criaturas eran supuestamente de más de tres metros (10 pies) de
altura.
Muchos otros como Francis Drake, Pedro Sarmiento, Tomé Hernández
y Knyvet Anthony afirmaron haber visto a los gigantes en el Estrecho de
Magallanes, el último avistamiento fue en Cabo Virgenes en 1764 por el comodoro
John Byron.
La expedición De Weerts es la única que ha afirmado haber
sido testigo de una conducta agresiva de estos enigmaticos gigantes. También de
acuerdo con Theodore de Bry (1528) en la parte IX de su hito Historia Americae
Sive Novi Orbis (Historia de América Gran Voyages), Sebald de Weert informó de
cómo su equipo había capturado y encarcelado en Tierra del Fuego a una madre con
dos hijos del lado sur de la ruta de Magallanes en dirección
este.
"Mientras que lanzaron a la madre y el niño más joven, se llevaron a
la hija mayor hacia Europa, donde murió al poco tiempo. De Weert señaló que la
madre había dado de comer a los niños aves crudas, lo cual era una
rareza", así se señala en el trabajo de Brys.
Los avistamientos de Americo
Vespuccio
Americo Vespuccio (9 marzo 1454-22 febrero 1512) fue un
mercader italiano explorador y cartógrafo. Él desempeñó un papel principal en
dos viajes que exploraron la costa este de América del Sur entre 1499 y
1502.
En el segundo de estos viajes descubrió que América del Sur se
extendía mucho más al sur que lo antes conocido por los Europeos. Esto lo
convenció de que esta tierra era parte de un nuevo continente, una afirmación
audaz en un momento en que otros exploradores Europeos cruzaban el Atlántico
pensando que estaban llegando a Asia (las "Indias").
Segun narra
Vespuccio: "De este modo continuamos con nuestro viaje, llegamos a una isla de
quince leguas de tierra firme. A nuestra llegada no vimos ningún grupo de
personas, once de nosotros pisamos tierra. Encontramos un camino de tierra
adentro, caminamos cerca de dos leguas y llegamos a una aldea de unas doce
casas, en las que eran siete las mujeres que eran tan altas que no había entre
ellas una que fuera ni cerca de mi estatura".
"Cuando nos vieron estabamos muy asustados, la jefa de ellas, que parecía sin
duda una mujer discreta, nos llevó con se
ñas
a una casa donde tenía un refrigerio preparado para nosotros. Eran tan
grandes las mujeres que estabamos a punto de llevarnos a dos de los más jóvenes
como un regalo a nuestro rey, pero mientras estábamos debatiendo este tema,
treinta y seis hombres entraron en la cabaña donde estábamos bebiendo. Eran de
tan gran estatura de tal manera que cada uno era más alto que nosotros aun
cuando se pusieran de rodillas y yo de pie. Cuando entraron, algunos de nosotros
nos asustamos tanto que no nos consideramos a salvo, porque ellos estaban
armados con arcos y flechas de gran tamaño, además de que en una lucha cuerpo a
cuerpo nos destrozarian.
Al ver que eramos de baja estatura comenzaron a
conversar con nosotros, a fin de conocer quiénes éramos y de qué partes habiamos
venido. Les hablamos de buenas maneras, y les respondiamos por se
ñas
de que eramos hombres de paz y sólo nos ocupabamos de ver el
mundo.
Por último, nos despedimos, así que regresamos por el mismo
camino por el que habíamos llegado, ellos nos acompañaron hasta la orilla del
mar, hasta que nos fuimos a bordo de los barcos"
Magallanes se
encuentra con los Gigantes de la Patagonia
Magallanes, siguio con
atención los mapas de John Cabot por la costa de Brasil hasta el país que
llamamos la Argentina de hoy. Mientras pasaba el invierno en un puerto, tuvo su
primer encuentro con los gigantes de la Patagonia. El encuentro con estos
gigantes era como un viaje atrás en el tiempo, miles de años en los días de la
Torre de Babel.
He aquí un extracto del diario de
Pigafetta:
"Partiendo de allí, por fin llegamos a 49 grados y un medio
hacia el Polo Antártico. Como era invierno, los buques entraban a un puerto
seguro para el invierno. Pasamos dos meses en ese lugar sin ver a nadie. Un día
de repente vimos a un hombre desnudo de una estatura gigantesca en la orilla del
puerto, bailando, cantando y echando tierra sobre su cabeza.
El capitán
general envió a uno de nuestros hombres al gigante para que pudiera realizar las
mismas acciones con se
ñas
de paz. Una vez hecho esto, el hombre llevó al gigante a un islote en la
presencia del capitán general. Cuando el gigante estaba con el capitán general y
nuestra presencia, se maravilló mucho, y por señas con un dedo levantado hacia
arriba, creyendo que había llegado desde el cielo.
Era tan alto que nosotros solo le llegabamos hasta su cintura, y era bien
proporcionado. Su rostro era grande y estaba pintado de rojo por todas partes,
mientras que alrededor de los ojos estaba pintado de amarillo, y tenía dos
corazones pintados en el centro de las mejillas.
Su escaso pelo se
pintaba de blanco. Estaba vestido con pieles de animales cosidas entre sí con
destreza. Sus pies estaban calzados con el mismo tipo de pieles que cubrían su
cuerpo. En su mano llevaba un arco corto y pesado, con una cuerda un poco más
gruesas que las del laúd y un haz de flechas de caña en lugar de plumas cortas
como la nuestra, y con puntos de color blanco y negros de pedernal piedras en la
forma de flechas turcas, en vez de hierro.
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